El presidente de México, Enrique Peña Nieto, celebró los 80 años de la nacionalización del petróleo con un fuerte alegato por la reforma energética, que precisamente devolvió al capital privado la posibilidad de invertir en el sector, e instó al próximo mandatario a elegir entre pasado y futuro.
"Al igual que hace ocho décadas, el cambio impulsado (la reforma) antepuso al interés nacional a cualquier otra consideración, y se basó siempre en nuestra Constitución y leyes", dijo el mandatario en un acto desde la sede administrativa de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex) en Ciudad de México.
El 18 de marzo de 1938, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación petrolera, y con ella los mexicanos se apropiaron legalmente del petróleo que explotaban, en ese entonces, 17 compañías extranjeras.
"Fue una reivindicación del interés nacional, de la soberanía y del Estado de derecho", afirmó el presidente, que en su arribo al poder a finales de 2012 impulsó junto a otras fuerzas políticas la reforma energética.
Hoy reiteró que esta decisión se debía a un "evidente agotamiento del modelo energético" y a la "necesidad de modernizar Pemex".
Celebró la constitución de un "marco legal moderno" que alimenta el desarrollo e impulsa una "rama vital" para la economía.
Con la reforma energética, tras la celebración de varios concursos para la explotación de yacimientos, se han logrado inversiones comprometidas por más de 200.000 millones de dólares en el sector energético.
Preocupado por su legado, Peña Nieto recordó que efemérides como la de hoy son una oportunidad para "recordar el pasado" y ver "hacia adelante y trazar un futuro".
Remarcó que en los próximos meses -los comicios presidenciales son el 1 de julio- los mexicanos podrán escuchar "distintas opciones" sobre la industria energética.
"Los mexicanos tendremos la oportunidad de comparar la consistencia y congruencia de distintas propuestas políticas para el desarrollo del sector", apuntó el mandatario, acompañado de miembros del gabinete como el ministro de Hacienda (y exdirector de Pemex) José Antonio González y el ministro de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.
Con base en ello, la ciudadanía contrastará "los dogmas del pasado con los postulados presentes", formulados por quienes apuestan por regresar a un "modelo cerrado" o los que favorecen dar mayor "libertad a los consumidores", señaló Peña Nieto, sin hacer referencia a ningún candidato, aunque el líder izquierdista Andrés Manuel López Obrador es el más contrario a la reforma energética.
El director de Pemex, Carlos Treviño, reivindicó el papel de la empresa en el desarrollo del país, calificándola de "la marca más valiosa de América Latina y la empresa más emblemática" de México.
Fundada en junio de 1938, la firma estatal, inmersa en un profundo proceso de renovación que ha incluido fuertes recortes de presupuesto, fue en 2017 el octavo productor de petróleo crudo y la decimoctava compañía petrolera más grande del mundo, según datos oficiales.
A lo largo de ocho décadas ha construido seis refinerías, dos complejos petroquímicos, nueve centros procesadores de gas, 74 terminales de almacenamiento y distribución y 40.000 kilómetros de conductos, enumeró.
Pese a ello quedó rezagada, reconoció, porque mientras Pemex crecía en solitario, otras empresas del mundo "de nuestra magnitud, se diversificaban y asociaban entre sí".
Treviño celebró así la reforma energética porque con ella ahora Pemex puede asociarse con "otras empresas para crecer y ser más competitiva y rentable en beneficio de México".
Entre los principales males que acusa el sector, Treviño resaltó el robo de hidrocarburos. "Pemex es una víctima, y atentar contra ella es atentar contra todos los mexicanos. En lo que conforma a Pemex, no bajaremos la guardia", subrayó.
Finalmente, agradeció a Peña Nieto apostar por dicha reforma, muy criticada por ciertos sectores sociales y políticos, "a costa de perder la popularidad" y buscando "resultados y no pirotecnia".
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