Conforme uno se acerca a un edificio de tres plantas en el oeste de Ciudad de México empieza a sentir que se transporta a otras latitudes: mujeres y hombres con atuendos típicos de países islámicos, hablando en lenguas extranjeras, personas que se saludan con un "salam aleikum" (la paz sea contigo, en árabe).
Cualquier persona, sin importar filiación religiosa, es bienvenida al Centro Educativo de la Comunidad Musulmana, donde puede participar en las diferentes actividades.
Dentro del inmueble, la impresión del traslado a algún sitio de Oriente Medio es completa cuando el muecín llama a oración al entonar la frase "Al-lahu-akbar" (Dios es grande), tras lo cual el imam pronuncia su sermón, primero en árabe y después en español.
En México, una pequeña pero pujante comunidad musulmana se ha labrado un nicho donde encuentra sentido de unidad en un país en que sus miembros son minoría, constituyendo a la vez un microcosmos del mundo islámico que refleja la diversidad de orígenes.
Si bien el Instituto de Estadística tiene registrados solamente 3.760 musulmanes en el país, con base en el censo de 2010, las estimaciones de la propia comunidad apuntan a unos 12.000, de acuerdo con el sheik Said Louahabi, presidente del Centro Educativo, ubicado en la zona de Polanco de la capital.
"Cuando llegué en 1994 éramos 88, incluyendo a los diplomáticos. La verdad estamos creciendo de manera increíble", dijo a Baja Press este clérigo de origen marroquí.
Narró que los inmigrantes musulmanes han creado un ambiente en que pueden practicar su fe casi como en sus países de origen.
Esto se aprecia estos días especialmente en el Ramadán, noveno mes del calendario islámico (que este año se extiende del 5 de mayo al 4 de junio), cuando los musulmanes se abstienen de comer y beber durante el día y rompen el ayuno al anochecer.
"El significado del Ramadán para los musulmanes es primero, antes que nada, cumplir con uno de los cinco pilares del islam", dijo el sheik.
Y explicó que los otros cuatro son la profesión de fe, las oraciones diarias, la caridad con los pobres y la peregrinación a La Meca.
De acuerdo con Louahabi, cuando llegó a México los musulmanes echaban de menos la forma en que vivían su religión en sus propios países.
"Nosotros encontramos trabajo, gracias a Dios, encontramos una felicidad digamos, física, corporal. Pero no encontramos la felicidad espiritual porque el ambiente en Ramadán en los países no musulmanes no es como en los países musulmanes", expuso.
"Entonces hemos tratado, como fundadores, de crear este ambiente que nosotros extrañamos de nuestros países natales", abundó, y puso como ejemplo el fervor con que se vive el Ramadán en Egipto.
Explicó que los musulmanes comenzaron a organizarse para aportar comida y reunirse para romper el ayuno, y poco a poco la voz fue corriendo. "Luego escucharon las embajadas y entonces comenzaron a traer también comida", refirió.
De esta forma han logrado emular el ambiente de sus lugares de origen. "Ya no estamos extrañando nuestros países", aseguró.
Este ambiente es claramente palpable en el Centro Educativo, sitio de culto fundado en 2001 por inmigrantes donde también se dan clases de integración y materias relacionadas con el islam.
Durante las oraciones diarias en el Centro, los fieles siguen atentos la homilía del imam, unidos en su fe pese a sus orígenes diversos.
"El carácter de la mezquita que tenemos en el Centro Educativo es que tenemos personas de África, Europa, Asia. Tenemos musulmanes de Indonesia, Malasia, Albania, Francia, Argelia, Marruecos, Egipto, Palestina. Tenemos musulmanes de todas partes", dijo a Baja Press Moussa Youssef, miembro del Centro, antes de dirigir un sermón reciente.
Contó que también acuden musulmanes locales entre los 2.000 o 3.000 fieles que frecuentan el Centro. "La gran mayoría son mexicanos", sostuvo.
Para Youssef, natural de Egipto, México es un terreno favorable para la práctica del islam por ciertas similitudes culturales y la tolerancia religiosa que percibe en la nación latinoamericana.
Consideró que los mexicanos son muy abiertos "buenas personas" y respetuosos con la religión. "Así que uno se siente más cómodo que nunca", puntualiza.
"Entonces nosotros no solamente convivimos sino vivimos de verdad bajo un mismo techo", acotó.
Con todo, la comunidad musulmana, dispersa en numerosos estados del país, perteneciente a distintas corrientes del islam y compuesta por inmigrantes y conversos, no está plenamente integrada.
El sheik Louahabi afirmó que los todos los musulmanes en México tratan de estar unidos bajo la divisa de que solo hay un Dios y que Muhammad (en español Mahoma) es su mensajero. Pero reconoció que existen sectas "por intereses propios, porque hay quienes los manejan detrás".
"Eso es lo que no nos hace estar perfectamente unidos", apuntó.
Por ello, cuando pronuncia sus sermones les dice a los fieles que si les preguntan cuál es su religión contesten simplemente: El islam.
"Pero (si les preguntan) '¿Eres chií, eres suní, eres ahmadí?', les digo que respondan 'Soy musulmán' porque el profeta Ibrahim (Abraham) dijo 'Ustedes se llaman musulmanes'. Todos seguimos el sendero, la religión del profeta Muhammad", puntualizó.
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