El presidente estadounidense, Donald Trump, cumple hoy un año en el poder, un plazo en el que ha comenzado a desmantelar el legado de su predecesor y ha dado victorias a los conservadores, mientras mantenía su discurso populista y sorprendía al mundo con su polémico estilo de Gobierno.
El aniversario coincidió con el cierre parcial de la Administración después de que republicanos y demócratas no lograran este viernes un acuerdo en el Congreso para aprobar el presupuesto federal.
"Este es el Primer Aniversario de mi Presidencia y los Demócratas querían darme un bonito regalo", espetó hoy el presidente con ironía en su cuenta de Twitter.
This is the One Year Anniversary of my Presidency and the Democrats wanted to give me a nice present. #DemocratShutdown
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 20 de enero de 2018
El 20 de enero de 2017, Trump juró su cargo con un discurso lleno de críticas a la elite política y de guiños a su base electoral, los "olvidados" trabajadores despedidos de "fábricas oxidadas" sobre los que, a su juicio, se había perpetrado una "carnicería estadounidense" a la que él prometía poner fin.
Un año después, el populismo que impregnó ese discurso sigue muy presente en la retórica de Trump, pero no tanto en sus logros, que se ajustan más a los intereses convencionales del partido republicano que a la promesa del presidente de "drenar la ciénaga" burocrática y supuestamente corrupta de Washington.
Su mayor éxito es la reforma fiscal aprobada en diciembre sin ningún voto demócrata, que incluye notables recortes de impuestos para las empresas y supone el único gran logro legislativo de Trump en su primer año en el poder, tradicionalmente el más productivo para cualquier presidente estadounidense.
Fue una enorme victoria para la mayoría republicana en el Congreso, que llevaba años presionando para recortar los impuestos, y sirvió de catarsis después de varios intentos fallidos de aprobar un reemplazo para la reforma sanitaria de 2010.
La incapacidad de acabar con esa ley evidenció la dificultad de Trump para relacionarse con los líderes republicanos en el Congreso, a los que llegó a insultar en Twitter cuando sus planes fracasaban.
Pero Trump sí logró erosionar la reforma sanitaria al eliminar, dentro de la ley de reforma fiscal, el mandato que obligaba a los estadounidenses a contratar un seguro médico, al tiempo que autorizaba las perforaciones petroleras en parte del Ártico.
El otro gran triunfo del primer año de Trump fue su exitosa nominación del joven magistrado conservador Neil Gorsuch, de 49 años, para un cargo vitalicio en el Tribunal Supremo, y sus decenas de nominaciones de jueces federales de la misma tendencia política, que prometen dejar una huella duradera en la rama judicial del país.
Tras varias batallas en los tribunales, Trump también ha conseguido que el Supremo le permita, al menos temporalmente, implementar la última versión del polémico veto migratorio que restringe la entrada de los nacionales de Irán, Libia, Somalia, Siria, Yemen, Chad, Corea del Norte y algunos venezolanos.
Pero la promesa estrella de la campaña electoral de Trump, la construcción del muro en la frontera con México, sigue estancada ante la reticencia del Congreso a financiarlo, y los tribunales han bloqueado los intentos del presidente de congelar los fondos para las "ciudades santuario" que amparan a indocumentados.
Trump llegó al poder con la clara intención de revertir el legado de su predecesor, Barack Obama, y ha avanzado en una agenda de desregulación cuyos principales productos han sido la eliminación de numerosas normas de protección medioambiental, además de una incipiente liberalización de la industria financiera.
Fiel a su lema de "EE.UU. primero", Trump también ha demostrado su desconfianza por los pactos multilaterales, al acabar con el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e iniciar el proceso para retirarse del Acuerdo de París contra el cambio climático.
Esa última decisión, sumada a sus amenazas de violar el acuerdo nuclear con Irán y su decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel, ha aumentado las tensiones con aliados tradicionales de Washington en Europa y Oriente Medio, mientras China y Rusia trataban de llenar el vacío de liderazgo dejado por Estados Unidos.
No obstante, Trump ha mantenido la coalición creada por Obama contra el Estado Islámico (EI), y, bajo su mandato, el grupo yihadista ha seguido perdiendo territorio en Siria e Irak.
Su dura retórica hacia el líder norcoreano, Kim Jong-un, inquietó al mundo, pero no provocó la hecatombe nuclear que muchos temían.
Trump llegó al poder con un índice de aprobación históricamente bajo, en torno al 40 %, y el porcentaje es el mismo un año después, lo que refleja la polarización que genera un presidente que ha sembrado polémicas prácticamente cada semana de su mandato.
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