Hoy llegamos con demasiado tiempo de antelación. Cuando los músicos llegamos a una ceremonia una hora antes de su comienzo, parece que alguien quisiera que nos pusiéramos de acuerdo con el silencio sobre su participación como parte fundamental de nuestra interpretación.
Instantes previos en afinar nuestro violín y violoncello, y dejar todo perfectamente preparado para el gran momento, el sonido de las olas rompiendo contra las rocas nos invita a reflexionar sobre la importancia de nuestro trabajo.
¿Es la música en una boda un mero entretenimiento?
Puede parecer que si… En una boda es necesaria una pareja, unos anillos, el calor y aliento de los seres más queridos, alguien que pronuncie “Yo os declaro marido y mujer”, un fotógrafo que convierte el momento en una postal para el recuerdo eterno… y por supuesto, unos músicos que pongan la banda sonora a una intensa película romántica.
Sin embargo, la función de la música en una ceremonia cumple con un papel de mayor relevancia de la que imaginamos.Tras una larga experiencia como músicos y sobre todo participando en ceremonias en Los Cabos, podemos asegurar la importancia que tiene el hecho de que un repertorio de 10 a 15 canciónes pueda ser el alimento necesario y suficiente, para novias hambrientas de perfeccionismo y pulcritud.
Todos quieren que su boda sea única e inigualable. La planifican con meses e incluso años de antelación. La madre del novio en “el segundo día más feliz de su vida”, no se la juega. Nada puede fallar.
Para los modernos, Thousand Years, Thinking Out Loud, All of Me… Para los más clásicos, Canon in D, Aria de Bach y la Marcha Nupcial de Mendelssohn…Y es que a pesar de que entre unas composiciones y otras haya siglos de por medio, todas las piezas musicales coinciden en lo mismo: la intensa e incontrolable facilidad de comunicación que tienen con los demás (la música es un lenguaje universal) y una conmovedora manera en la que nos afectan emocionalmente. Además, se ha demostrado científicamente que las vibraciones que recibe nuestro organismo al escuchar música incrementa nuestra imaginación, creatividad, optimismo y felicidad. ¿No coinciden estos atributos con varios de los “deseos de futuro” de una enamorada pareja?
Llega la novia y alegría comienza a apoderarse de todos nosotros. Las cálidas y apacibles miradas de las wedding planners se tornan en la batuta para anunciarnos cada cambio de canción. Cada motivo melódico, cada acorde y cadencia nos transporta a todos a momentos únicos en nuestra vida. El sonido aterciopelado del instrumento producido por el arco definen con precisión el carácter del frágil estado de ánimo y las distintas emociones que no dejan de salpicarnos continuamente a lo largo de nuestra vida.
Para nosotros, participar en una ceremonia parece un trabajo fácil, llevamos años haciéndolo. Pero en cada ocasión, hay sonrisas e ilusiones de vida diferentes. Personas que no nos conocen, nos hacen partícipes de la felicidad de un momento muy especial e íntimo, y confían plenamente en nuestro trabajo y profesionalidad. No nos podemos permitir jugar con eso.
Hace poco alguien preguntó por nuestra opinión acerca de dejar el sonido del mar como música para una boda.
Definitivamente no. La música en las ceremonias además funciona como un antídoto contra la inseguridad y los nervios de unas maravillosas personas que han confiado en tu talento. Que han puesto su día más feliz en tus manos. La música como una inyección conmovedora de confianza ante un presente “taquicárdico” y un futuro prometedor.
Somos Elena Rollán y Roberto Miranda, miembros del dúo de violín y violoncello CaboStrings y estamos muy orgullosos de poder formar parte del equipo de Baja Press. Nos sentimos con la responsabilidad de dar una visión plural y una percepción transparente de la música, a partir de nuestra profunda experiencia de vida como músicos activos profesionales.
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