Existen pocas sagas cinematográficas tan reveladoras como el universo ficticio de Los Vengadores. La nueva entrega invade las salas de todo el mundo y el espejo caótico del nuevo episodio: Avengers: Infinity War (2018), cinta dirigida por los hermanos Anthony y Joe Russo, continúa reflejando fantasiosamente nuestra realidad histórico-política.
Antes de hablar de Infinity, es necesario recordar uno de los ejemplos de más descarados de la saga. En mi entrega favorita, Capitan America: Winter Soldier (2014), descubrimos que al terminar la Segunda Guerra Mundial, varios miembros del grupo filo-nazi HYDRA fueron reclutados por SHIELD, el organismo ficticio que protege el mundo y tutela el programa de “Los Vengadores”. “Fue la Operación Paperclip: SHIELD reclutó científicos de HYDRA que pudieran aportar valor estratégico”, explica la Viuda Negra, interpretada por la hermosa Scarlett Johansson.
Esa línea en el excelente guión de Winter Soldier (a cargo también de los hermanos Russo) puede calificar como una verdadera filtración “pop” de información. Operación Paperclip fue el nombre real del programa que permitió a unos 120 científicos, ingenieros y técnicos de la Alemania Nazi iniciar el Programa Espacial en Estados Unidos. El más famoso de ellos, Wernher Von Braun, apodado el “padre de la era espacial”, fue el arquitecto del cohete Saturno V, el artefacto que impulsó al también famoso Apolo 11 para logar el “primer” alunizaje humano exitoso en la Historia.
Aunque lleva años desclasificada y es (en términos generales) de conocimiento público, el uso de semejante información en una “película de superhéroes” no deja de ser sorprendente, digno de estudiarse; simplemente porque entonces las preguntas más “conspiracionistas” se vuelven posibles: ¿Existe aún más información real, desclasificada o no, en las películas los Vengadores? ¿Sí es así, porqué? ¿Y si los criminales de HYDRA, infiltrados en Norteamérica para establecer un gobierno totalitario dominado por una “élite” (racial, nacional o tecnocrática); existen también, al igual que “Paperclip”, en la vida real?
Desafortunadamente Infinity War recuerda más la saturación de la trama de ciencia ficción torpe de Avengers: Age Of Ultron (2015) que la excelente y conspiracionista Winter Soldier.
Aunque cabe aclarar que Ultron, dirigida por un Joss Whedon ya fatigado, tiene también su dosis de realidad evidente: el software destinado a servir a la humanidad que se vuelve en contra de la misma. Un miedo tecnológico ya muy explotado en el cine (Skynet en Terminator es el ejemplo más obvio) pero que en 2018 parece materializarse (con menor intensidad) en el mundo real, a través de un nuevo escándalo del Internet y la privacidad. Esta vez se trata de la “Operación” Facebook que algunos en Estados Unidos cuestionan: ¿Facilitó el triunfo fraudulento del presidente Trump en alianza con la empresa Cambridge Analytica (implicada en el Brexit), y a su vez todo se relaciona con los espías cibernéticos del gobierno ruso?
La descabellada pregunta (a mi parecer más absurda que la de los refugiados nazis) es prueba de que vivimos en la era de las conspiraciones. Y quizás es por eso que las paranoicas cintas de Marvel han logrado capturar al público con uno de los universos cinematográficos mejor ejecutados: las alianzas destruidas, los secretos, los encuentros, las reapariciones de personajes que creímos derrotados y claro, la escena pos-creditos, serán elementos satisfactorios para los seguidores de la compleja trama que ya se extiende desde hace una década.
El esperado villano Thanos se ha lanzado por fin a conseguir Las Gemas del Infinito y si es necesario se dispone a destruir a Los Vengadores. El problema, como mencionaba, es el mismo de entregas pasadas. La cinta avanza relativamente ágil pero dando poco espacio a tantos personajes (y eso incluye a los antagonistas); una tarea casi imposible, que en parte explica el final en suspenso.
En el plano ideológico, llama la atención que la carrera de Thanos se refleja en el mundo real por el control de ciertos recursos, y en particular el control de la energía. Las poderosas gemas (como el anillo de Tolkien) son una alegoría sencilla para los objetivos geopolíticos verdaderos detrás de los conflictos globales: desde el control de los gasoductos en Siria, al de los metales raros de Norcorea, pasando por las drogas y las rutas de narcotráfico en Afganistán y México. El resultado: guerras interminables y masacres.
Bueno, el Universo es un lugar finito y los recursos (igualmente finitos) no pueden sostener una población en constante crecimiento. Eliminar a una buena parte de la humanidad es necesario. Al menos esa es la lógica de Thanos.
Y en el cada vez más caótico mundo real, en esta nueva era de la conspiración, debo preguntar: ¿Será una lógica similar la que guía a las élites que dominan e impulsan las guerras interminables de nuestro planeta?
Si es el caso, hay una pieza de información valiosa para la ficción y la realidad en el final de la película: los héroes se desvanecen y el Titán de la Muerte va ganando.
Es el creador del portal de análisis geopolítico: http://www.hokana.org
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