La crisis desatada por el coronavirus ha otorgado un protagonismo inusitado a los gobernadores mexicanos, muchos de los cuales han tomado iniciativas contra el COVID-19 frente a la supuesta inacción que perciben del Gobierno federal.
Mientras el Ejecutivo liderado por Andrés Manuel López Obrador sostiene que el país todavía está en una fase inicial de la pandemia y evita tomar medidas drásticas que afecten a la economía, muchos Gobiernos estatales se están adelantando con acciones dispares.
"La situación es complicada porque en los temas de salud hay que liderar mensajes claros y unificados, pero no está pasando esto y hay varios mensajes, incluso contradictorios", afirmó este sábado a Efe Oscar Casillas, experto en comunicación política de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Uno de los ejemplos más claros fue el cierre de colegios. Al menos 10 de los 32 estados del país decidieron finalizar las clases el 17 de marzo para evitar los contagios de coronavirus, anticipándose a la clausura que el Gobierno federal había establecido para el 20 de marzo.
"No estamos de acuerdo sobre la manera como el Gobierno de la República ha enfrentado esta circunstancia. Si no nos tomamos en serio lo que está sucediendo, vamos a mandar un mensaje equivocado", dijo en su momento el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien consideró "absurdo" no cerrar los colegios de inmediato.
Al adelanto del cierre de colegios se sumaron otros gobernadores, como el de Yucatán, Mauricio Vila, quien además anunció la clausura de la zona arqueológica de Chichén Itzá, la más visitada del país, durante el equinoccio de primavera.
COMO EL "CAMAROTE DE LOS HERMANOS MARX"
Para el experto de la UNAM, el hecho de que no haya un discurso unificado y que los gobernadores vayan por libre "da una sensación de camarote de los hermanos Marx y de sálvese quien pueda" que tiene consecuencias en la ciudadanía.
Incluso la principal patronal mexicana, el Consejo Coordinador Empresarial, criticó que "hay Gobiernos de los estados que están tratando de tomar acciones inmediatas, no necesariamente coordinadas con la parte federal", lo que podría tener consecuencias económicas para el país.
Cada tarde, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, ofrece una conferencia de prensa para actualizar los datos de infectados precedida por un constante goteo de comparecencias de autoridades estatales dando sus propias cifras y anunciando medidas en sus regiones.
Y mientras el Gobierno federal pide lavarse las manos y evitar eventos masivos, algunos estados han ido más allá para frenar el COVID-19. Entre otros, Nuevo León anunció el cierre de cines, bares, casinos y salones de fiestas; en Oaxaca las bibliotecas y museos, mientras que en Sonora las playas públicas.
Asimismo, los Gobiernos de los norteños estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas formaron un frente para coordinar acciones sanitarias contra la pandemia y reunirse con las autoridades del vecino estado de Texas, en Estados Unidos.
"Si la sociedad no tiene una directriz clara, hay un riesgo para la salud porque cada uno hará lo que considere que es conveniente", subrayó Casillas.
CIUDAD DE MÉXICO, ALINEADA CON LÓPEZ OBRADOR
Pese a concentrar una cuarentena de enfermos de los 203 casos y dos defunciones confirmadas en el país, las autoridades de la Ciudad de México no quieren tomar decisiones precipitadas y se han alineado con las consignas del Gobierno federal.
"El anticiparnos a medidas drásticas también tiene un gran impacto negativo en la economía familiar de millones de capitalinos. Tengan la certeza de que en el momento de que sean necesarias medidas más drásticas, las voy a tomar y estamos preparados para ellas", expresó esta semana la jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum.
La alcaldesa, del mismo partido que López Obrador, ha suspendido los eventos masivos de la capital y ha intensificado la limpieza del metro, pero ha descartado por ahora cerrar los centros comerciales y los restaurantes.
En la populosa Ciudad de México son los propios ciudadanos los que están tomando la iniciativa. Algunos museos y negocios han decidido bajar la persiana por precaución mientras que algunas empresas que se lo pueden permitir han enviado a sus empleados a trabajar desde casa.
Por ahora, el Gobierno de López Obrador considera que un eventual confinamiento de la población en sus casas tendría consecuencias "devastadoras" para la débil economía del país, que en 2019 tuvo una contracción del 0,1 %.
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