El movimiento estudiantil que surgió tras la desaparición y posterior asesinato de tres estudiantes de cine en Jalisco, oeste de México, ha sensibilizado al país por la gravedad de la crisis de desapariciones de miles de personas.
Como sucedió tras la desaparición en 2014 de 43 alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, o la matanza de febrero pasado en un bachillerato en Parkland, (Florida, Estados Unidos), los jóvenes abanderan el reclamo de justicia.
Mientras en Estados Unidos los estudiantes solicitan estrictas medidas contra la venta de armas de fuego, en México los estudiantes se movilizan en petición de justicia y para que se eviten más desapariciones y asesinatos.
Los alumnos de universidades públicas y privadas en Jalisco han hecho suya esta tragedia al convocar una serie de movilizaciones para presionar a las autoridades estatales que esclarezcan miles de casos.
Darwin Franco, académico de la Universidad de Guadalajara que le ha hecho seguimiento al tema de los desaparecidos desde 2011, explicó a Efe que el caso ha estimulado a los más jóvenes porque son el sector de la población más golpeado por el crimen organizado.
"Son los jóvenes las principales víctimas de la violencia que padecemos en Jalisco, particularmente desde 2007, año en que surge este cartel (Jalisco Nueva Generación). De ahí que sean los que estén encabezando la exigencia de justicia", agregó.
Franco, investigador del Departamento de Estudios de Comunicación Social, asegura que los estudiantes se sienten identificados con Javier Salomón Aceves, Marco Ávalos y Daniel Díaz, quienes cursaban la carrera de cine en la Universidad de Medios Audiovisuales, y saben que no están exentos de sufrir lo que les ocurrió a ellos.
"Son chicos universitarios, con cierto nivel socioeconómico y vinculados a lo artístico. La población de Jalisco empezó a ver que los desaparecidos son como sus hijos o hermanos y se hicieron conscientes de la desaparición", recalca.
Para Alicia Calderón, directora del documental Rostros, los jóvenes son los que están "dando la cara" por la sociedad mexicana al salir a las calles a protestar e "intentar generar una discusión más amplia" sobre la violencia que se agudizó desde 2011, frente a la indiferencia de ciertos sectores.
"Creo que se ha logrado disminuir la idea de que lo que pasa es porque son narcos o están metidos en eso. Cada vez es más gente la que se ha dado cuenta que esa premisa es falsa y merecemos investigaciones judiciales serias y apegadas a derecho", recalca.
Que el caso de los estudiantes asesinados haya tenido tanta atención mediática se explica porque sus compañeros se movilizaron en redes sociales, primero para denunciar su desaparición y luego para abanderar su búsqueda y denunciar su muerte, afirma.
"Son chicos híper conectados, con cierta preparación y capaces de analizar la situación desde otra perspectiva", añadió.
El pasado 21 de marzo, apenas dos días después de que los tres jóvenes desaparecieron, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco emitió la recomendación general 3/2018 sobre el "derecho a la protección de todas las personas contra la desaparición forzada y la desaparición cometida por particulares" en la entidad.
El documento hace énfasis en datos que muestran la falta de coordinación entre las diversas dependencias del estado y de cifras oficiales que califica como "discrepantes e inconsistentes", pero que dan cuenta de la magnitud que ha tomado este problema.
Según las estadísticas citadas en el informe al 31 de octubre de 2017, el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) reportó 2.991 mientras que la Fiscalía de Jalisco registró 3.206 personas desaparecidas, es decir que hay una diferencia de 215 personas, en tanto que Fundej tiene un conteo de 3.723 personas.
Desde 2013 al 31 de octubre de 2017 la fiscalía ha recibido 14.019 reportes de personas desaparecidas.
Para Guadalupe Aguilar, madre de José Luis Arana, desaparecido en 2011 en el municipio de Tonalá, y coordinadora de la asociación Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos, el activismo y la visibilidad que han dado los jóvenes significa "una esperanza" y a la vez un síntoma de que la sociedad está volteando a este problema.
Espera que el caso de los tres estudiantes de cine disminuya la crisis de inseguridad que vive el estado y que genere un cambio en la sensibilidad con que las instituciones de justicia tratan a los familiares de las víctimas, así como una mayor efectividad a las investigaciones.
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