Yemen afronta la propagación del nuevo coronavirus con su sistema de salud colapsado por más de cinco años de guerra, con escasez de oxígeno y de equipos de protección para el personal sanitario, que además no cobra sus salarios de forma regular.
"El sistema de salud está colapsado y las organizaciones de ayuda trabajan bajo el supuesto de que el virus ya está ampliamente diseminado", confirmó hoy desde Ginebra un portavoz de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU, Jens Laerke.
Treinta programas humanitarios en áreas vitales para la población yemení podrían cerrar próximamente si no se recibe nueva financiación internacional.
Actualmente las operaciones de asistencia en Yemen han recibido escasos aportes, que suman 677 millones de dólares en lo que va de este año, frente a los 4.000 millones de dólares que se requirieron en 2019.
Esos recursos permiten cubrir las necesidades de 14 millones de personas cada mes, hasta el punto de que la supervivencia de muchos depende de esa ayuda.
El nivel de propagación del coronavirus es difícil de establecer con certeza en Yemen debido a las graves carencias del sistema hospitalario y a la falta de test de diagnóstico.
Las cifras oficiales reportadas a la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que hay 184 casos verificados y 30 muertes.
Sin embargo, solo en la ciudad sureña de Adén, donde la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) tiene el único hospital para pacientes de covid-19 en ese área del país, un total de 173 pacientes fueron hospitalizados en los primeros 17 días de mayo y 68 murieron como consecuencia de un síndrome de dificultad respiratoria aguda.
"La situación es muy crítica y si la comunidad internacional no proporciona financiación habrá programas de lucha contra la covid que tendrán que cerrar", dijo Laerke.
El sistema de atención sanitaria de Yemen no tiene ninguna capacidad para afrontar una ola de infectados por la covid-19.
Arabia Saudí organiza el próximo 2 de junio una conferencia de donantes para Yemen con el fin de reunir los 2.000 millones de dólares necesarios para llegar a fin de año con todos los programas vitales de ayuda funcionando.
La elección de Arabia Saudí para acoger esa reunión ha causado polémica por ser el país que desde 2015 ha lanzado ataques contra infraestructuras civiles y áreas habitadas en la guerra que protagoniza en Yemen contra los rebeldes hutíes, que tomaron el poder en la capital y controlan una parte del territorio.
Comisiones independientes de investigación, algunas de ellas amparadas por la ONU, han denunciado a Arabia Saudí por crímenes de guerra y contra la humanidad en Yemen.
El portavoz Laerke justificó la elección del país anfitrión de la conferencia de donantes bajo la consideración de que desde 2018 ha sido el mayor donante para las operaciones humanitarias en Yemen y que ese dinero no ha estado condicionado a usos específicos.
La ONU ha podido así dirigir esos recursos a las áreas más urgentes para la población civil y evitar que estalle una hambruna, una situación en la que Yemen ha estado a punto de caer en varias ocasiones en los últimos años.
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