La pandemia de coronavirus, que ha dejado sin clases a 177 millones de menores y jóvenes en Iberoamérica, puede sacar a los más pobres definitivamente de la escuela, que además de darles educación es donde comen, advierte el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Mariano Jabonero.
"La pandemia está corroyendo los sistemas de salud, de educación y de justicia. Y esto está ocurriendo en el contexto de una caída de la economía brutal, en América Latina la mayor desde 1930", afirma Jabonero en una entrevista con Baja Press.
COVID-19 MUESTRA DE MANERA CRUDA LA DESIGUALDAD
La pandemia de coronavirus "pone de manifiesto una desigualdad social muy acusada en la región", recalca el español Jabonero, con una amplia experiencia en organismos internacionales como la UNESCO y la OEA.
En América Latina hay más de 190 millones de personas en situación de pobreza (30,8 % de la población) y 72 millones en la extrema pobreza (11,5 %), según un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de 2019.
"Cuando un tejido social se somete a una tensión tan dura, como es el caso de la COVID-19, todo esto se pone en evidencia", explica el secretario general de la OEI, organización dedicada a promover la educación, la ciencia y la cultura en la región iberoamericana.
"De la pandemia saldremos más empobrecidos y además saldremos menos, porque muchos habrán muerto", avisa.
El coronavirus está presente en toda Iberoamérica, con especial incidencia en Brasil, México, Ecuador y Perú, lo que ha hecho que todos los países tomen medidas de aislamiento para evitar su expansión, en una región con unos sistemas sanitarios muy débiles.
EL CIERRE DE ESCUELAS PERJUDICA A LOS MÁS DÉBILES
Jabonero recuerda que, según un informe de CEPAL de 2017, el 47 por ciento de los hogares latinoamericanos no tenía acceso a internet. Aún contando con que en estos tres años se haya corregido algo, estima que más del 40 % sigue sin acceso a la red.
"Los hogares que no tienen internet son hogares en zonas rurales, empobrecidas y familias en las que los recursos culturales no los hay o hay muy pocos", denuncia el secretario general de la OEI, por lo que los menores no tienen acceso a la educación en línea, en estos momentos la única posible.
Pero hay otro factor añadido, con el cierre de las escuelas miles de niños de familias pobres corren el riesgo de quedarse sin la comida que estos centros les dan cada día.
"En casi todos los países de América, la escuela es un lugar en el que también se va a comer" afirma Jabonero, y recuerda que en algunos de ellos "el ministro de Educación parece el ministro de Alimentación", porque una de las preocupaciones importantes de estos responsables es seguir suministrando comidas a esos menores, "entre otras cosas, por el riesgo para la salud".
Además, existe el peligro de que muchos menores no vuelvan a las aulas cuando la pandemia pase y se reabran los centros educativos porque están realizando alguna actividad laboral, en una región donde el trabajo infantil afecta a más de 10,5 millones de niños, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
También advierte de lo que considera algo evidente: si un niño o niña de 13 años "deja la escuela en estos momentos y vive en un ambiente campesino o de renta muy baja, es muy posible que los padres le animen a ayudar en los trabajos de la familia, y es muy posible que no vuelva a la escuela".
NO BASTA CON DECIR, HAY QUE HACER
Al salir Iberoamérica más empobrecida de la pandemia, el secretario general de la OEI reconoce que será más difícil poner en marcha medidas que refuercen los sistemas sanitarios y educativos en la región.
"O hay una inyección importante de dinero para políticas sociales, que son las básicas: educación, salud, protección o, si no, esto va a ser muy complicado", advierte Jabonero.
Recuerda que la crisis de 2008 supuso un recorte del 75 % en los fondos de cooperación y advierte de que si vuelve a ocurrir lo mismo, el desarrollo compartido "va a quedar herido de muerte".
Jabonero insiste en que "no basta con decir: tenemos que hacer" y defiende que es una "cuestión fundamental" pasar de una educación presencial a una educación en la que el acceso a internet sea "común para todos", "con independencia de su origen social, de su lugar geográfico o de su grupo étnico".
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