Un año antes del estreno de la primera entrega de Sicario (2015); una película distinta, dirigida por Michael Cuesta y titulada “Matar al Mensajero” o Kill the Messenger (2014), llevó a la pantalla grande la historia verídica del periodista Gary Webb, quien a mediados de la década de 1990 realizó una serie de reportajes titulados "Alianza Oscura" (Dark Alliance), investigación que reveló uno de los secretos mejor guardados del “Deep State” norteamericano: el tsunami de cocaína que inundaba las ciudades norteamericanas en aquel entonces, básicamente fue provocado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Las ganancias de los narcóticos que envenenaban a los ciudadanos estadounidenses (en su mayoría afroamericanos) eran usadas para financiar a los rebeldes anticomunistas conocidos como “Contras”, un grupo financiado por Estados Unidos para combatir a la guerrilla sandinista durante la guerra “civil” en Nicaragua.
Luego de años de persecución mediática (con la mayoría de la prensa estadounidense al servicio del poder) y acoso gubernamental descarado para acallar la publicación de los polémicos reportajes; en el año 2004 Gary Webb fue encontrado muerto; un suicidio, por supuesto.
El narco-soldado
Sicario: Day of the Soldado (2018), dirigida por Stefano Sollima, continúa la historia “ficticia” de Alejandro Gillick (Benicio del Toro) y Matt Graver (Josh Brolin), contratistas de la CIA que operan en la guerra “civil” mexicana.
La película es una decepción comparada con la primera entrega, misma que fue dirigida por el quebequense Denis Villeneuve; una verdadera joya que retrató con magia oscura el horror de la “guerra contra el narco” en México y el papel de los veteranos (tanto del narco colombiano como de las guerras estadounidenses del Medio Oriente).
Sin embargo, los detalles de la trama en la nueva entrega, que ha llegado ya a las salas mexicanas, resultan mucho más fascinantes.
Gillick, ahora exiliado en Colombia, es reclutado para volver a México. Hay una emergencia: los yihadistas están cruzando como “indocumentados” por la frontera rumbo a Estados Unidos, con el objetivo de realizar ataques suicidas terroristas. ¿La solución de la CIA? Desatar “otra” guerra entre los cárteles del narco, quizás para complicar el transito del terrorismo o quizás para tener la justificación perfecta de la invasión abierta contra México. El objetivo inmediato será raptar a la hija de uno de los capos mexicanos más importantes y hacer que el secuestro parezca obra de un cártel adversario. Las autoridades mexicanas, corruptas como siempre, y la inercia de la narco-guerra con apoyo estadounidense comenzada por la dupla Bush/Calderón se encargan del resto.
Llama la atención que la cinta se centra en la amenaza terrorista y el “nuevo negocio”: el tráfico de migrantes, y al mismo tiempo pretende ignorar la crisis de adicción a las drogas que se ha extendido más allá de las comunidades afroamericanas, y que golpea con fuerza a todos los sectores demográficos norteamericanos. Durante 2016 se registraron 175 víctimas mortales al día por sobredosis de opiáceos (incluida la heroína) en Estados Unidos. Paralelamente (también en 2016), un promedio de 29 mexicanos fueron ejecutados cada día en nuestro país azotado por el narco.
La película no se toma ni un respiro mostrando la vorágine de dicha violencia (la mexicana). A nivel visual, se extraña la mesurada contemplación del horror bajo la dirección de Villeneuve, quien le imprimó un ambiente de pesadilla a la primera parte de la saga. En cambio, esta secuela parece a ratos una burda película de acción.
Y se extraña también la presencia de Emily Blunt, quien realizó un papel excelente como la honesta agente federal (FBI) Kate Macer, personaje que encarnó la inocente idea del super-policia estadounidense heroico y “correcto”, pero cuya alma es prácticamente destruida en medio del infierno mexicano y gracias a los maquiavelismos de la CIA.
Estropeos (Spoilers) a continuación
Al final de la primera parte, la ficticia agente Macer sobrevive apenas para recibir una amenazante e inesperada visita de Gillick en su departamento. Si revela algo de lo que atestiguó en México, probablemente sufrirá el mismo destino que el periodista Gary Webb. En la película, Macer sobrevive porque el cine siempre es un poco más amable que la realidad.
La segunda parte, Sicario: Day of the Soldado, finaliza con Gillick como un sobreviviente también, quien reclutará al jovencito mexico-americano y aprendiz de mafioso que intentó asesinarlo. Nada es personal: ni el negocio de la droga, ni el tráfico de migrantes, ni de armas, ni el derrocamiento de gobiernos extranjeros “comunistas”. Solo son negocios, los negocios de la Alianza Oscura.
Es el creador del portal de análisis geopolítico: http://www.hokana.org
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