El consumo de los inmigrantes ha caído abruptamente en Estados Unidos como consecuencia del miedo a las órdenes ejecutivas del presidente, Donald Trump, para aumentar y acelerar las deportaciones y que han llevado a muchos indocumentados a limitar sus salidas a la calle.
"Los inmigrantes no salen, no compran, se quedan en casa porque tienen miedo de no regresar si se aventuran afuera", declaró Robert Kaplan, presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas (Texas), en una reunión reciente del Council on Foreign Affairs en Washington.
El tema es preocupante, porque el 70 % de la economía de Estados Unidos depende del gasto de los consumidores, y los inmigrantes son importantes porque, en general, son más propensos a gastar que a ahorrar.
El poder de compra de la comunidad hispana en 2015 era de 1,3 billones de dólares, según datos de la consultora Nielsen, que estima que esa cifra será de 1,7 billones en 2020.
Pero un consumidor hispano temeroso podría reducir el crecimiento económico del país por cada año que Trump sea una amenaza para los inmigrantes, lo que haría caer en 100.000 millones de dólares la producción económica total para el año 2021, según estimó Moody's Analytics.
Este ambiente enrarecido no solo afecta a los cerca de 11 millones de indocumentados que se calcula en viven en el país, sino también a un buen número de los 56 millones de hispanos con estatus legal que conviven con ellos.
Leroy Cavazos, de la Cámara de Comercio Hispana de San Antonio, confirmó que se registra una caída de consumo en los centros comerciales de ciudades texanas como McCallen, El Paso, San Antonio, Eagle Pass y Laredo.
"Todavía no hay números, pero es una realidad muy palpable", señaló sobre la incertidumbre que también se refleja en el tránsito en los puentes y pasos internacionales, a pie y en coche, desde México, uno de los principales blancos del discurso proteccionista de Trump.
Según Cavazos, la situación ha sido discutida con las cámaras de comercio hispanas de San Diego (California) y Tucson (Arizona), donde también se vive el mismo problema.
La Cámara de Comercio Hispana del área de Kansas City, que representa a empresarios de los estados de Misuri y Kansas, estima que la retracción comercial en este área es del 30 %.
Su presidente, Carlos Gómez, dijo que "la gente tiene miedo y es muy cauta", al punto de reducir al mínimo el tiempo que pasan fuera de sus casas, por temor a ser detenidos y deportados.
"A la tiendita del barrio todos van, porque tienen que comprar alimentos, pero el resto de la actividad comercial cayó", señaló Gómez, quien ha notado que, además, los inmigrantes prefieren ahorrar su dinero "por si tienen que mudarse o tienen que enfrentar gastos legales".
En Chicago, el barrio mexicano que es uno de los ejes comerciales de la ciudad también vivió momentos de temor y "para llorar", con una caída de negocios de hasta el 40 %, declaró Jaime di Paulo, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de La Villita.
Sin embargo, tras una campaña de concientización sobre la importancia de apoyar a los pequeños negocios, la situación se ha ido revirtiendo al punto de ser "casi normal" en estos momentos.
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