La recién subida del 10,4 % en el salario mínimo diario en México hasta los 88,36 pesos diarios (unos 4,7 dólares) supone una buena jugada política, pero poco útil en un país donde el 57 % de la población trabaja en la informalidad y pocos asalariados reciben un sueldo tan bajo.
"La subida es sobre todo simbólica en la medida que en la economía formal, quienes reciben el salario mínimo por trabajar de tiempo completo es un número muy pequeño", dijo para Baja Press Carlos Elizondo, profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey.
El presidente Enrique Peña Nieto anunció el martes que el salario mínimo general pasaba de 80,04 pesos diarios (4,3 dólares) a 88,36 pesos diarios (4,7 dólares) a partir del 1 de diciembre.
"Con este aumento, en los últimos cinco años el salario mínimo ha tenido una recuperación de 20 % en términos reales, esto es 45 % en términos nominales, lo cual no había ocurrido hace más de 30 años", anunció triunfante en un evento celebrado en la residencia de Los Pinos.
Mauricio González, socio fundador de la consultora de política y economía GEA, señaló que este incremento es un ejemplo donde "la política contamina las decisiones económicas".
Arguyó varias razones. En primer lugar, remarcó que este sueldo es "insuficiente para que pueda vivir una persona durante un mes con menos de 3.000 pesos al mes (unos 160 dólares)", siendo este salario mínimo diario uno de los más bajos de América Latina.
Incluso los propios empresarios, a través de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), habían llamado a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) a aumentar el salario a los 95,25 pesos (cinco dólares), a fin de alcanzar la línea de bienestar.
El aumento -continuó González- beneficiará a unas 40.000 personas -de un universo de 52 millones de trabajadores- que hoy obtienen en empleos formales el salario mínimo diario.
Estas personas ganarán poder adquisitivo por encima de la inflación -que este año cerrará en torno al 6 %- pero, según el experto, esta subida puede dar una señal contraproducente para la economía.
El Banco de México, que tiene en su mandato el control de la inflación, dice que en 2018 esta regresará a un punto cercano al 3 %.
"Pero si ves que la actual es de arriba del 6 % y que el aumento salarial será del 10 %, te cuesta creerlo. (...) Puede haber una fractura en el proceso de ajustes" que terminaría con un incremento de los tipos de interés -en el 7 %- para controlar los precios, pero ello encarecería el crédito e impactaría a todos, explicó González.
La decisión deja al aire el control de los precios al consumidor: "Cuando pones en una balanza el número de personas beneficiadas por el aumento del salario mínimo, potencialmente puedes perjudicar (al resto) por la política monetaria que deberá tomarse, más estricta", apuntó.
Por el contrario, Elizondo previó un impacto "marginal" en la inflación del 2018. El problema no es el salario mínimo, sino el uso que se ha hecho de él, aseveró.
Para González, el salario mínimo está "desvirtuado", pues hasta enero del 2016 y durante años estuvo vinculado a unos 2.400 precios, tarifas, multas y otras variables, una de las razones por la que se mantuvo tan bajo durante mucho tiempo.
Pero el verdadero problema radica en la informalidad, coincidieron los expertos, que registró una tasa del 57,2 % de la población ocupada en el tercer trimestre del 2017, el equivalente a 30 millones de personas.
Sin un contrato, sin seguro social, muchos de estos mexicanos viven en la precariedad y trabajan para continuar siendo pobres.
De tal manera que el país tiene un 43,6 % de la población en la pobreza -53,4 millones de personas-, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
"Si fuera tan fácil elevar el ingreso de asalariados por decreto en México, no habría personas pobres. La medida no es la más adecuada. Es incluso demagógica", apuntó González.
Para Elizondo, una buena manera de aumentar el salario sería seguir la estrategia de China.
"Aumentando la demanda por el trabajo, generando condiciones para que haya más inversión que genere trabajo formal. Es la única forma de sostener los aumentos del salarios y hacerlo de forma sostenible. Y todo lo demás, me parece retórica", aseveró.
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