Los aranceles anunciados por el Gobierno estadounidense suponen una nueva amenaza para una industria siderúrgica brasileña que había encontrado en la exportación la salida a la profunda crisis económica que azotó el país en los últimos años.
La medida anunciada la semana pasada por el presidente de EE.UU., Donald Trump, pretende limitar el pujante mercado chino, pero podría afectar de lleno a Brasil, el segundo mayor proveedor de acero de la potencia norteamericana.
De hecho, las ventas de acero a EE.UU. representan un tercio del total de las exportaciones brasileñas de ese producto.
EE.UU. planea imponer unos aranceles del 25 % a las importaciones de acero y del 10 % a las de aluminio de todos los países, aunque Trump ha abierto la puerta a algunas excepciones, como México y Canadá, con los que negocia una nueva versión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Sin conocer todavía el alcance de la medida, las principales siderúrgicas brasileñas, algunas de las más importantes del mundo, vieron como los mercados castigaban sus acciones, aunque hoy se detuvo la caída.
Entre ellas, Vale, mayor productora y exportadora mundial de hierro; el grupo Gerdau, mayor productor americano de aceros largos y con plantas en catorce países; Usiminas y la Compañía Siderúrgica Nacional.
El Instituto Acero Brasil advirtió que los aranceles de Trump no atienden "a una relación comercial justa" y, por tanto, "Brasil va a recurrir".
"Esta escala unilateral, como está haciendo EE.UU, no es buena para nadie, porque va a aumentar el precio de todos los productos" siderúrgicos y "ciertamente no va a traer mayor competitividad" para ese país, apuntó a Efe Milton Rego, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Aluminio (ABAL).
La decisión sorprende a la industria siderúrgica de Brasil cuando comenzaba a levantar la cabeza tras la profunda recesión de 2015 y 2016.
De acuerdo con el Instituto Acero Brasil, la producción de acero bruto cayó el 9,2 % en 2016, el 1,9 % en 2015, y el 0,7 % en 2014, año en el que los motores del gigante sudamericano comenzaron a griparse.
Solo en 2017 inició una recuperación en su producción de acero bruto que llegó hasta los 34,4 millones de toneladas, equivalente a un crecimiento del 9,9 % respecto a 2016.
Los salvavidas de la industria siderúrgica, además de un crecimiento económico del 1 por ciento alcanzado por Brasil en 2017, fueron el aumento de la demanda del sector automotriz y las exportaciones, que subieron el 14,3 % en volumen y el 43,9 % en valor en comparación con el año anterior.
Para Rego, "la gran cuestión y la mayor amenaza" de la decisión de Trump "es un eventual desvío del comercio" que iría desde Estados Unidos a otras regiones, como Europa o el propio Brasil, en donde habría un exceso de oferta y como consecuencia "precios artificialmente bajos".
El Gobierno brasileño aguarda hasta conocer los detalles del anuncio, pero ya admitió que no descarta recurrir a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Los sindicatos, entre ellos la Central Única de los Trabajadores (CUT), mayor unión sindical de Brasil, también han mostrado su disgusto y el lunes protestaron frente al consulado de EE.UU. en Sao Paulo contra lo que consideran una amenaza para el empleo.
"Tenemos más de un millón de trabajadores en el sector siderúrgico en Brasil (...) y calculamos que más de 400.000 empleos están corriendo riesgo", apuntó a Efe Miguel Eduardo Torres, presidente de la Confederación Nacional de Metalúrgicos.
La decisión de Trump se anunció la misma semana en la que la Asociación Brasileña de Aluminio lanzó una "ruta estratégica", con el apoyo del Gobierno, con iniciativas para mejorar la infraestructuras del sector y la política energética y tributaria, entre otros puntos.
El objetivo, levantar a una industria siderúrgica que opera con un 35 % de su capacidad ociosa y desconoce aún el alcance en números de la política proteccionista de Trump.
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