Desde inicios del siglo pasado, el paraíso natural mexicano de Islas Marías era una prisión que cargaba sobre sus espaldas ser la más cruel e inhumana. Más de cien años después, el mito se derrumba, pues el penal dejará de funcionar para dejar paso a otros usos, entre ellos un centro de educación ambiental.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmó este lunes un decreto para poner fin a una institución que habitaron todo tipo de presos y que se creó en 1905 emulando el modelo de prisiones aisladas en el mar, como la mítica cárcel de Alcatraz en Estados Unidos o el sistema penitenciario de la Guayana francesa.
"Esos modelos de castigo deben ir desapareciendo. No olvidemos que uno de los dirigentes más importantes de nuestro tiempo, Nelson Mandela, estuvo 27 años en prisión y la mayor parte de ese tiempo en una isla", expuso el mandatario en conferencia de prensa.
La historia de Islas Marías se remonta a 1905, cuando el autoritario presidente Porfirio Díaz, un enamorado de la cultura francesa, mandó edificar un penal en estas islas del Pacífico mexicano, a 112 kilómetros de las costas del estado de Nayarit.
Pero no fue hasta 1920 que la prisión empezó a ser usada para encerrar a políticos y delincuentes que el entonces presidente Álvaro Obregón consideraba opositores a su régimen.
Uno de ellos fue el escritor José Revueltas, de ideología abiertamente comunista. Su estancia allí duró desde 1922 hasta 1935.
La reclusión de este activista político en ese lugar remoto del Pacífico parece que no será en vano, pues según anunció este lunes el Gobierno mexicano, un centro cultural se edificará allí y será llamado "Muros de Agua José Revueltas".
En 1939, el mandatario Lázaro Cárdenas firmó un decreto para que el penal quedara bajo la responsabilidad de la Secretaría de Gobernación (Segob).
Ya entrados los años 50, la cárcel adquiría la reputación de la más cruel y inhumana, pues allí se empezaba a confinar a los reos más peligrosos. Paradójicamente, en esa época las mujeres e hijos de estos reos iban allí a vivir con ellos.
En 1970 las cosas comenzaron a cambiar con la visita del presidente Luis Echeverría al penal. Ordenó convertirlo en un modelo de readaptación de acuerdo a la reforma penitenciaria.
Ya en el siglo XXI, en 2011 ingresaron 8.000 personas en libertad al penal, una cantidad que duró hasta que en 2013 hubo un motín y el Gobierno se vio obligado a evacuar parte de las instalaciones y reducir la población de los internos.
En la actualidad son 646 presos "de baja peligrosidad", según López Obrador, los que habitan las Islas Marías y que serán reubicados. Algunos serán puestos en libertad; otros, llevados a penales cercanos a sus ciudades de origen.
"Los trabajadores de la isla van también a ser reubicados y la isla se va a convertir en un centro para las artes y la cultura y el conocimiento sobre el medioambiente y la naturaleza, la flora y la fauna de esa isla", agregó el presidente.
También "va a ser una isla para los niños y para los jóvenes, campamentos para ir a conocer".
Con estas nuevas intenciones, las instalaciones, silentes testigos de la soledad y remordimientos de los reos, cambiarán de uso.
No obstante, las vivencias de prisioneros ilustres seguirán encerradas de por vida, como es el caso de la "Madre Conchita", apodo de la religiosa Concepción Acevedo, acusada de ser la autora intelectual del asesinato del expresidente Álvaro Obregón.
También Jesús Ortiz, alias "El Sapo", apodo que le impusieron por sus características físicas, fue condenado inicialmente a 28 años de cárcel y después a 40 más por el asesinato de Isidro Martínez, un migrante cubano al que dio muerte a puñaladas.
Pero el recluso que más años pasó en Islas Marías fue uno conocido como "El Guamas", Jorge Hernández, quien ingresó el 3 de julio de 1986 y fue trasladado en el año 2015.
Con historias de cautiverio como estas se cierra una etapa en la historia de México y se abre una distinta que el presidente calificó hoy como una con "más escuelas y menos cárceles".
toca y elige añadir a la pantalla de inicio