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De los más de 750.000 asteroides que hay en nuestro sistema solar, 1.800 tienen -en términos astronómicos- órbitas "cercanas" a la Tierra, por lo que, sin ser alarmistas, "el peligro de impacto es real", señalan astrónomos, que aseguran que tecnología e investigación son las únicas vías para evitarlo.
Hoy se celebra en todo el mundo el tercer Día del Asteroide, una iniciativa que tiene detrás a científicos, astronautas o músicos -como el guitarrista de Queen y astrofísico, Brian May- y que pretende, entre otras cosas, sensibilizar sobre la importancia de seguir invirtiendo para estudiar y rastrear estos cuerpos celestes.
La fecha elegida recuerda el "evento Tunguska", cuando un asteroide impactó violentamente en Siberia el 30 de junio de 1908 causando graves daños y arrasando 100 kilómetros de masa forestal.
Para conmemorarlo se celebran actos en decenas de lugares del mundo, donde habrá charlas y talleres para aumentar la concienciación del público sobre el peligro del impacto de los asteroides en nuestro planeta, relata Josep María Trigo, astrofísico y uno de los coordinadores del Día del Asteroide en España.
Y es que de los 750.000 asteroides de los que se tiene constancia en nuestro sistema solar, unos 16.000 están catalogados como NEOs (objetos próximos a la Tierra), lo que implica que sus órbitas pasan cerca -siempre en términos astronómicos- de la órbita terrestre.
De estos 16.000 objetos rocosos, unos 875 tienen más de un kilómetro de diámetro, detalla Trigo, líder del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio de España.
Hay otra catalogación, los Asteroides Potencialmente Peligrosos (conocidos como PHAs), todavía más cercanos a la Tierra. De estos se conocen 1.800, con órbitas cercanas a la Tierra de unos 7,5 millones de kilómetros y con diámetros de más de 150 metros, explica Trigo.
La última vez que se detectó un PHAs fue en abril de este año, el "2014 JO25", de unos 650 metros y que en su máximo acercamiento a la Tierra estuvo a 1,8 millones de kilómetros, una distancia ínfima si se compara con la que separa la Tierra del Sol, que es de alrededor de 150 millones de kilómetros.
Desde 2004 no pasaba un asteroide de este tamaño o mayor "tan cerca" de la Tierra, según la NASA, que señaló que el próximo encuentro conocido de un asteroide de tamaño comparable no se producirá hasta 2027.
Todos estos asteroides los rastrea el Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA en California, pero más difícil es evitar su impacto.
Misiones como AIDA (The Asteroid Impact & Deflection Assessment) es lo que pretenden, pero una de sus patas está en "espera".
Se trata de un proyecto de dos partes, una de la NASA y otra de la Agencia Espacial Europea (ESA), que en su último consejo ministerial -diciembre de 2016- no logró reunir por parte de los países miembros el dinero suficiente para financiar su desarrollo.
La misión europea se llama AIM (Asteroid Impact Mission) y la estadounidense DART (Double Asteroid Redirection Test): el objetivo era llegar a Didymos, un sistema binario de asteroides. La parte de la NASA incluye una nave que impactará con uno de los asteroides, impacto que AIM observaría en directo para transmitir los datos.
La ESA amp-adiste en que quiere tener un programa de protección planetaria que estudie la posibilidad de desviar la trayectoria de asteroides, por eso trabaja en una versión simplificada de AIM y más barata, que de ser apoyada por los países se podría lanzar en 2022.
"La ESA quiere hacer esa misión, pero falta que los países decidan financiarla; seguimos trabajando sin tregua para que sea así, pero habrá que esperar a 2019 -próxima ministerial- para conocer la decisión", afirma el español Adriano Campo Bagatin, uno de los participantes en AIDA.
Para Bagatin, en cuanto a la inversión, hay dos realidades muy diferentes: la de EE.UU., donde hay una inversión razonable en este campo -el 90 % de los esfuerzos para descubrir asteroides potencialmente peligrosos se han realizado allí- y la del resto del mundo, incluyendo a Europa, que "no termina de tomarse en serio el asunto y prefiere esperar a que los norteamericanos hagan todo".
Así, el Día del Asteroide, apoyado por la ONU, es una oportunidad para informar y sensibilizar al público general sobre el riesgo que pueden representar y sobre la posibilidad de avanzar hacia una estrategia de mitigación de "la única catástrofe natural quizás evitable con los medios actuales", resume este investigador.
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