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Es posible que no se acuerden de ella, pero todos los mexicanos han visto alguna vez a Laura. Abajo a la derecha, en un recuadro de sus pantallas, traduce cada mañana en lengua de señas al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien no siempre se lo pone fácil.
"Los sordos tienen que comprender que él tiene una forma muy particular de hablar, más despacio, más lento, más coloquial. Lo tenemos que transmitir", explica a Baja Press la intérprete Laura Álvarez por el Día Nacional de la Lengua de Señas Mexicana, celebrado este jueves.
Cuando el sol todavía no se asoma por las ventanas del Palacio Nacional, el equipo de intérpretes de la Presidencia apura los últimos minutos antes del alba para maquillarse.
A las siete, concluida la reunión con su gabinete, el presidente más madrugador de la historia reciente de México se somete a las preguntas de la prensa en sus llamadas "mañaneras", un evento con audiencias propias de un espectáculo deportivo.
Hay cerca de dos millones de personas sordas en México, quienes no entenderían al mandatario si no fuera por el trabajo de Laura y su equipo.
"Esto es histórico, tanto las conferencias de un presidente de todos los días como que haya un intérprete", opina mientras su compañera Vanessa la traduce en señas.
AQUÍ SE COCINA LA TRADUCCIÓN
La interpretación en lengua de señas de "la mañanera" se cocina en una pequeña sala contigua al lugar de la rueda de prensa. Para llegar, hay que atravesar precisamente una gran cocina en desuso del Palacio Nacional.
Al equipo le basta con un croma que consiste en una lona verde en la pared -algo deshilachada por el paso del tiempo-, dos focos, una cámara y un monitor, donde ven y escuchan al presidente para traducir lo que dice.
"Tal vez el reto más grande es que tenemos que estar aquí a las seis y media de la mañana", bromea esta mujer de 32 años y voz suave.
Está prohibida la interpretación durante más de 20 minutos seguidos, pero esto es poco tiempo para un presidente de lento hablar cuyas ruedas de prensa rebasan las dos horas.
Por eso Laura y otro compañero se turnan "la mañanera". Mientras uno descansa en un sofá, el otro gesticula frente la cámara.
"Es una lengua sumamente gestual, muy visual y corporal. Mucha gente cree que las manos es lo que más importa pero son los gestos y las caras", explica. Hay incluso quien ha llegado a pensar que se burlaban del presidente con sus gestos.
¿QUÉ DIJO EL PRESIDENTE?
Laura ha trabajado con muchos políticos, pero el mismo día en que López Obrador tomó posesión supo que algo iba a ser diferente. "Es un cambio abismal la forma de comunicar a la que estábamos acostumbrados", relata.
"Fue un reto comunicar a las personas sordas que el presidente usa muchos dichos, refranes y palabras tradicionales para las que no hay una seña y hay que ver el sentido de lo que se quiere decir", agrega.
Durante su discurso de investidura, por ejemplo, el sexagenario López Obrador recuperó del baúl de los recuerdos la expresión "me canso ganso", un coloquialismo que equivaldría a algo así como "aceptar un desafío".
Algunos esperaban ver al intérprete imitar a un pato, pero no fue así porque la lengua de señas interpreta dichas palabras.
Lo mismo ocurre con los eslóganes que el presidente repite hasta la saciedad, como "mi pecho no es bodega" (no guardo secretos), "este gallo quiere maíz" (necesita un soborno) o "al margen de la ley, nada; por encima de la ley nadie".
"Son conceptos que no son comunes" y a veces Laura y sus compañeros tienen que buscarlos en Google. A pesar de todo, Laura nunca se ha quedado bloqueada.
"No, su expresión es muy clara. Nos cuesta más trabajo otros funcionarios que hablan demasiado rápido", revela sin señalar a nadie.
REIVINDICAR LAS SEÑAS
Solo tenía ocho años cuando la futura intérprete del presidente aprendió señas para comunicarse con una amiga sorda del colegio, en Tláhuac, en el sur de la Ciudad de México.
Ahora no esconde el orgullo por llevar el mensaje del presidente a la comunidad sorda, un colectivo "muy exigente" que levantó la voz cuando el año pasado durante una gira del mandatario, unos supuestos intérpretes cometieron errores garrafales en la traducción.
La indignación es comprensible, pues tradicionalmente han sido olvidados.
"Esta es una carrera que en otros lugares es reconocida como una licenciatura pero en México hay una falta de interés para que se formalice", lamenta Laura.
Para ella y sus compañeros "la mañanera" sirve también de plataforma para dar a conocer esta lengua invisibilizada.
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