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El presidente ruso, Vladímir Putin, ha decidido lavarse las manos, literal y figurativamente. Cuando todos esperaban medidas de alcance nacional como el estado de emergencia para contener el coronavirus, ha optado por dar un mes de vacaciones a los rusos.
"En opinión de los virólogos, aún no hemos superado el pico de la epidemia, ni en el mundo ni en nuestro país. Por ello, he tomado la decisión de prolongar las jornadas no laborables hasta final de mes", dijo el jueves en su mensaje televisado a la nación, el segundo desde el estallido de la crisis.
NO SE HABLA DE CUARENTENA
Las malas noticias corresponden al primer ministro y al jefe sanitario, las buenas noticias a Putin. Una semana después de dar nueve días de vacaciones retribuidas a los rusos, volvió a dirigirse al pueblo por televisión para regalarle otras cuatro semanas libres.
Cómo si se tratara de la vecina Bielorrusia o Turkmenistán, ni una sola referencia a la palabra cuarentena. La prensa afirma de que Putin quiere evitar a toda costa medidas que provoquen el pánico entre la población, aunque algunos analistas creen que el auténtico motivo es el temor a ser el blanco de las críticas si la cosa se complica.
Vacaciones retribuidas, jornadas no laborales o autoaislamiento suenan mucho mejor que cuarentena, palabra que sólo se le aplica a los enfermos o personas que estuvieron en contacto con ellos, poco más de tres millones de personas, según Putin.
Las "vacaciones" fueron malinterpretadas en un primer momento por los rusos, que salieron masivamente al campo, lo que obligó a las regiones, no al Kremlin, a introducir esta semana cuarentenas obligatorias, aunque ese término sólo ha sido empleado oficialmente por dos gobernadores en todo el país: Krasnodar y Ástrajan.
LA POPULARIDAD DE PUTIN
El diario digital Meduza cree que Putin no quiere que la epidemia golpee sus índices de popularidad, más aún cuando por culpa de la COVID-19 ya tuvo que aplazar "sine die" el plebiscito constitucional previsto para el 22 de abril.
Del apoyo mayoritario de los rusos a la reforma constitucional depende que Putin pueda presentarse a la reelección en 2024, algo que prohíbe la actual Carta Magna.
La vecina Kazajistán declaró el estado de emergencia con sólo ocho casos. Y eso que Putin cedió al Gobierno dicha facultad -el Parlamento aprobó con urgencia una ley el martes-, que hasta ahora correspondía sólo al jefe del Estado.
El analista Gleb Pavloski, antiguo asesor del Kremlin, cree que la explicación es que el estado de emergencia obligaría al Estado a asumir las pérdidas sufridas por la ciudadanía debido a la imposición de ese régimen.
Algunos ya se preguntan quién asumirá el pago de las retribuciones a las decenas de millones de rusos que se quedarán en casa durante varias semanas, aunque es verdad que son muchos los que trabajan para el Estado.
LA RESPONSABILIDAD PARA LAS REGIONES
Durante su intervención, Putin se quitó la mascarilla y cedió claramente toda la responsabilidad en la gestión de la crisis a las regiones, a cuyos dirigentes ya advirtió en su momento de que cualquier falta de celo será interpretada como "negligencia criminal".
"Tenemos un país grande, muy grande... Hay regiones donde el coronavirus ya se ha convertido en una grave amenaza para la gente, como Moscú... y hay regiones donde no se ha registrado ni un solo caso", explicó.
Por ello, agregó: "Los jefes de los entes federales recibirán por decreto nuevas facultades".
Eso les permitirá, entre otras cosas, declarar el estado de emergencia en todo el territorio regional o en algunos municipios.
La voz cantante la lleva el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, jefe del grupo de trabajo creado para combatir la pandemia y que ya fue blanco de todas las críticas durante las protestas antigubernamentales del verano pasado, las mayores desde 2012.
Sobianin fue el encargado de llamar la atención sobre el descontrol en las regiones y de imponer el confinamiento obligatorio después de que las vacaciones ordenadas por Putin no surtieran efecto.
El propio primer ministro, Mijaíl Mishustin, incluso amp-adtó a todas las regiones a emular a Moscú, epicentro de la pandemia con dos tercios de los casos y la mayoría de los muertos por la COVID-19.
Primero fue la segunda ciudad del país, San Petersburgo, la que aplicó medidas estrictas y, a día de hoy, ya son 75 las regiones que han introducido cuarentenas, que incluyen en algunos casos restricciones a la venta de alcohol, a su población.
SALVAR LA ECONOMÍA
"Al tiempo que aplicamos las medidas de lucha contra la epidemia, no podemos olvidar que igual de importante es ahora conservar los puestos de trabajo y los ingresos de los ciudadanos. Esa es una prioridad común para el Gobierno, las regiones y la patronal", dijo Putin.
De hecho, según la prensa, algunos gobernadores, aprovechando las nuevas facultades, enviarán la próxima semana a los trabajadores de regreso a las fábricas.
Y es que, entre el coronavirus y la caída de los precios del petróleo, la economía rusa se contraerá este año, según pronosticó el presidente del Tribunal de Cuentas y exministro de Finanzas, Alexéi Kudrin.
Si Kudrin está en lo cierto y la economía rusa se contrae varios puntos porcentuales -llegó a hablar de un retroceso de hasta el 8 %, como en 2009-, Putin tendrá en sus manos una patata más caliente que el coronavirus que puede truncar sus planes de perpetuarse en el poder hasta 2036.
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