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Al menos diez personas murieron, cinco de ellas terroristas, y veintiséis resultaron heridas hoy en un asalto del yihadista Estado Islámico (EI) a una sede de la organización humanitaria Save the Children en Jalalabad, en el este de Afganistán, en un nuevo ataque contra civiles en el país asiático.
Durante casi diez horas, cuatro miembros del EI (el quinto se suicidó al inicio de la acción) llevaron a cabo hoy un ataque contra la sede de Save the Children en la capital de la provincia de Nangarhar, principal bastión del grupo yihadista en Afganistán.
El asalto pudo haber arrojado un balance aún mayor de muertos si 46 empleados de la ONG no hubieran sido rescatados por las fuerzas de seguridad afganas, indicó para Baja Press el portavoz del gobernador de Nangarhar, Attaullah Khogyanai.
"Entre los muertos hay dos empleados y un guardia de seguridad de Save the Children, un civil que pasaba por el lugar durante al ataque y un miembro de las fuerzas de seguridad", dijo Khogyanai.
Los hechos comenzaron hacia las 09.10 hora local (04.40 GMT), cuando un suicida hizo detonar un coche bomba para dar paso a cuatro atacantes que penetraron en el edificio.
La sede de la organización de protección a los niños en esta zona particularmente castigada por el conflicto se convirtió en un campo de batalla entre los yihadistas y las fuerzas de seguridad afganas, que despejaron de radicales los tres pisos del inmueble mientras los trabajadores de la ONG era evacuados.
La operación continuó en la tercera planta, la última del edificio, en la que se atrincheró un atacante herido, según un miembro del consejo provincial de Nangarhar presente en la zona durante la operación, Zabihullah Zmarai.
Finalmente y tras 9 horas y 40 minutos, las fuerzas afganas abatieron al último amp-adurgente.
De los veintiséis heridos, diecinueve han recibido ya el alta con lesiones menores y siete permanecen internados, aunque ninguno está en estado crítico, indicó para Baja Press el portavoz del Directorio de Salud Pública de Nangarhar, Inamullah Myakhil.
El EI reivindicó el asalto en un comunicado difundido por la agencia Amaq, vinculada a los yihadistas, en la que afirmó que la "operación de martirio" tenía como objetivo dos amp-adtituciones extranjeras, "una británica y una sueca", y un organismo gubernamental afgano.
El ataque ha provocado el repudio general de organismos internacionales e amp-adtituciones públicas y la reacción de Save the Children, que anunció hoy mismo en un comunicado la suspensión temporal de sus operaciones en Afganistán.
La organización ha dejado, no obstante, la puerta abierta a reanudar sus operaciones "tan rápido como sea posible", si las condiciones de seguridad lo permiten.
"Nuestra mayor preocupación sigue siendo asegurar la seguridad de todo nuestro personal. En respuesta, todos nuestros programas en Afganistán han sido temporalmente suspendidos y nuestras oficinas están cerradas", manifestó la ONG.
El presidente afgano, Ashraf Gani, condenó el atentado, que calificó de "crimen" en un comunicado en el que aseguró que el Gobierno "aumentará las medidas de seguridad" para las organizaciones internacionales y sus trabajadores.
La jefa en funciones de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) en Afganistán, Adele Khodr, se declaró "consternada e indignada" y recordó a todas las partes del conflicto afgano que su obligación es proteger a civiles y trabajadores humanitarios.
Este es el segundo ataque contra civiles en cinco días en Afganistán, después de que el pasado sábado los talibanes asaltaran el Hotel Intercontinental de Kabul causando una veintena de muertos.
El EI irrumpió en Afganistán en 2015 y mantiene su principal bastión en Nangarhar, provincia fronteriza con Pakistán y clave en las comunicaciones entre los dos países.
Aunque en los primeros nueve meses del año pasado el cómputo de víctimas civiles por el conflicto descendió en un 6 %, la primera vez que se producía un retroceso desde 2012, las cifras fueron de 2.640 muertos y 5.379 heridos, todavía "niveles altos", según la ONU.
Desde el final de la misión de combate de la OTAN en enero de 2015, el Gobierno de Kabul ha ido perdiendo terreno ante los talibanes hasta controlar apenas un 57 % del país, según el amp-adpector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) del Congreso de Estados Unidos.
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