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Fiebre del litio aviva los intereses nacionalistas en México y otros países de la región

| | México

Julio, 2021

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Los descubrimientos de yacimientos de litio en años recientes en el estado de Sonora, en el noroeste mexicano, y que de acuerdo con el Servicio Geológico de Estados Unidos concentran 1.7 millones de toneladas métricas de reservas –una de las concesionarias, Bacanora Lithium, calculó en su momento que podían ser más de 243 millones de toneladas de reservas las que allí se encontrarían, pero esto fue descartado por el Gobierno de ese país a la agencia Reuters–, confirmó la riqueza y la abundancia de reservas de este elemento en tierras latinoamericanas, si se les suman las 49.9 millones de toneladas métricas que contiene el denominado "triángulo del litio" conformado por Bolivia, Chile y Argentina, que en conjunto son más de la mitad de las reservas que existían en el mundo hasta 2020 (86 millones en total).

Estos yacimientos en territorio mexicano –son 31 concesiones en cinco estados, respondió el senador Alejandro Armental al diario El Sol de México, las cuales por ahora están en fase de exploración sin que aún haya producción– han elevado las expectativas en ese país respecto a los beneficios económicos que el litio le pueda representar. 

Algunos sectores –el propio senador Armental lo hizo a finales de 2020 al presentar un proyecto de acuerdo– han presentado para promover su nacionalización y que el Estado asuma el control exclusivo de las labores de exploración, extracción y producción del recursos, y así quedarse con las ganancias que el negocio les ofrezca.

El espejo ha sido el caso de países como Chile, donde el litio es considerado un recurso estratégico desde hace casi cincuenta años por el Estado, el cual controla las actividades de exploración, extracción y producción, permitiendo la participación de concesiones privadas pero bajo sus reglas; y Bolivia, cuyo Gobierno, en la primera década de este siglo, lo declaró como recurso estratégico y posteriormente creó la empresa estatal Yacimientos de Litio Bolivianos en 2017, para controlar las actividades de exploración, extracción y producción del recurso en su territorio. 

Sentimientos similares se han originado en Argentina, donde recientemente han trascendido rumores acerca de que el gobierno de Alberto Fernández tendría intenciones de intervenir en la producción de litio y aumentar su participación en la exploración, la explotación y el procesamiento, declarándolo un recurso "estratégico", tal cual lo hizo Bolivia y como funciona en Chile desde hace varios años.

El diario económico El Cronista citó declaraciones del diputado Marcelo Koenig en las que aseguró que "la idea es empezar a ver el litio como un recurso de estratégico nacional y fijar pautas de control estatal en las etapas de exploración, explotación y procesamiento del mineral".

¿Tienen fundamento estas propuestas? ¿En realidad hay razones para pensar que el litio es una salvación económica para los estados y que, por tanto, la salida es la nacionalización de este recurso?

Panorama del litio en el mundo

Algunas personas se refieren al litio como el "nuevo petróleo" o el "oro blanco", por su importancia estratégica en el futuro a mediano y corto plazo para la transición energética que pretende disminuir el uso de combustibles fósiles y promover las energías renovables en temas claves como la movilidad. 

Martín Obaya y Paulo Pascuini, investigadores de la Cepal, lo explican en el documento La gobernanza del litio y el cobre en los países andinos (2020): "es uno de los recursos que más interés ha despertado en la última década a nivel mundial, fundamentalmente por su papel crítico como amp-adumo para la producción de baterías de ion-litio para vehículos eléctricos y, en consecuencia, en la transición hacia la electromovilidad", aunque también tiene otros usos en tabletas, computadores y en general dispositivos electrónicos.

La agencia EFE informó que en 2020 las ventas mundiales de vehículos eléctricos crecieron un 41 %, citando cifras de la Agencia Internacional de la Energía, que indicó que en la actualidad ruedan en el planeta 145 millones de unidades de este tipo. Se espera que para 2030 sean 230 millones. 

Sin embargo, 2020 y 2021 no han sido un periodo positivo para este mercado. El más reciente reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos se refiere a una "sobreproducción" del recurso y una reducción considerable de los precios globales.

"Los precios al contado del carbonato de litio en China –país que representa el 39 % del consumo total en el mundo y la mitas del litio usado en baterías, según Cochilco– disminuyeron de aproximadamente 7.100 dólares por tonelada a principios de año a alrededor de 6.200 dólares en noviembre. 

Para grandes contratos fijos, el promedio anual de EE.UU. el precio del carbonato de litio era de 8.000 dólares por tonelada métrica en 2020, una disminución del 37 % con respecto a 2019 (...). Los precios del metal (99,9 % de litio) en China disminuyeron de aproximadamente 83.000 dólares por tonelada a principios de año a alrededor de 71.000 dólares en noviembre", se lee en el informe.

El nacionalismo, ¿una opción oportuna?

Pese a este panorama, algunos expertos invitan a la mesura: Bolivia, con sus 21 millones de toneladas métricas de reservas, y con intervención estatal en la industria desde hace más de una década, no produce y menos exporta ni un gramo de litio en la actualidad, y apenas se han hecho estudios piloto al respecto, señala Fernando Patzy, oficial senior de Natural Resource Governance Institute –NRGI–, una organización independiente sin ánimo de lucro dedicada a mejorar la gobernanza de los países sobre sus recursos naturales para promover un desarrollo sostenible e inclusivo. 

Rafael Poveda, consultor de la División de Recursos Naturales de la CEPAL y experto en el tema del litio, afirma que la curva de aprendizaje en Bolivia ha sido "larga y compleja" en la que no se han obtenido los resultados esperados por parte del Gobierno en su intervención, pese a que han buscado la participación de socios extranjeros de Alemania y China. 

El caso de Chile es aún más notorio. Allí, tal y como explica el consultor chileno Jaime Alée, fundador del Lithium Innovation Center y miembro del Colegio de Ingenieros de Chile, "el litio fue declarado un material estratégico, propiedad exclusiva del Estado chileno, el cual es el único que puede extraerlo. Esto por errores conceptuales de la época en que se pensaba que era un material para usarlo en una tecnología de fusión nuclear, una fantasía que ha resultado imposible y lo será por muchas décadas más".

Sin embargo, con sus 9.2 millones de toneladas de reservas de litio y una producción de 18 mil toneladas métricas en 2020 (que lo convierten en el segundo país en este rubro a nivel mundial por detrás de Australia, con 48 mil toneladas), Chile solo recaudó 968 millones de dólares en exportaciones en 2019, según reporte de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), muy lejos de otras industrias y productos como los vinos (1.887 millones de dólares) o el salmón (5.568 millones de dólares). 

El consultor chileno Jaime Alée opina que se han suscitado "bastantes mitos conceptuales", "metáforas" que han sido tomadas desde un punto de vista "político o mediático", por las cuales se piensa que el país que tiene muchas reservas tiene un "pase libre" al mundo desarrollado y que recibirá mucho dinero, o se desarrollará industrial y tecnológicamente. 

"El litio no es relevante en términos económicos. No hay comparación entre este y, por ejemplo, el cobre, que le deja a Chile ingresos anuales por hasta 35 mil millones de dólares. Además, el litio se usa en pocas cantidades, por tanto el volumen del negocio no es tan grande, ningún país se va a hacer rico vendiéndolo", sostiene.

 

El petróleo, un espejo para evitar los errores del pasado

Sin embargo, más allá de las expectativas económicas reales que plantea en su concepto, Jaime Alée cree que el litio ofrece una ventaja competitiva: no es un elemento escaso, "lo hay en todo el mundo, no se va a agotar en por lo menos cinco siglos dadas las reservas existentes", lo cual, en su concepto, hace que el escenario actual y futuro para este recurso sea distinto a lo ocurrido con el petróleo, que no está tan disponible y su posible escasez en las próximas décadas es motivo de preocupación global, dado que las fuentes de energía que podrían reemplazarlo no avanzan tan rápido en su implementación como se requiere.

"Los fabricantes escogieron el litio para desarrollar las baterías justamente para evitar que se cometa el mismo error. El litio es muy abundante y sus reservas están distribuidas en todo el mundo. En algunos años más se extraerá litio abundante en Europa, Canada, EE. UU., Perú, Mexico, entre otros. 

Por tanto, en su opinión las discusiones respecto a las participaciones de los gobiernos en las exploraciones, explotaciones y producciones del elemento son "políticas y populistas", y decir que es el "nuevo petróleo" no es conveniente porque "no veo que algunos países productores como México o Venezuela, por ejemplo, se hayan desarrollado. Ese es otro mito a mi juicio".

De otro lado, respecto a las posibles consecuencias de nacionalizar recursos naturales, Jaime Alée afirma que es perjudicial cuando la decisión se toma "basándose en posturas extremistas, morales y doctrinarias, es perjudicial", y aduce que algunos países industrializados han incentivado y explotado sus propias reservas de litio, en una "integración vertical", justamente motivados por el interés de no interactuar con "países populistas que mañana los extorsionarán. Ello está hoy ocurriendo en el mundo y los países exportadores desde nuestra región no tienen conciencia de que muy probablemente están cavando su propia tumba en un plazo menor de de cinco años".

Fernando Patzy coincide con Alée en que a diferencia del petróleo, en los países con reservas de litio con conscientes de que se requiere una amp-aderción en la industria de fabricación de baterías de ion litio, no solo para proveer el elemento, en este caso el carbonato de litio, sino para avanzar en la cadena de valor y la producción de baterías, cátodos y celdas hasta ensamblar las baterías. 

"Si no se avanza en la cadena de valor, la producción de carbonato de litio no tendrá diferencia con la explotación de otros minerales o el petróleo, servirá para generar ingresos fiscales (no sustanciales) pero también impactos locales ambientales y sociales propias de las actividades extractivas", dice Patzy.

Sobre si la nacionalización de recursos naturales es perjudicial y peligroso, Fernando Patzy opina que la nacionalización de recursos naturales como el litio corresponde a decisiones "soberanas" de los Gobiernos que deberían ser tomadas bajo consideraciones técnicas y económicas que requieren estudio y debate.

"La explotación de minerales es una actividad riesgosa por el tamaño de las inversiones y la incertidumbre de los precios futuros, e implica gran capacidad técnica y operativa. Y si se quiere avanzar en la cadena de valor del litio, se requieren aún mayores inversiones y, como en el caso boliviano, aún no se tiene certeza de que se pueda lograr", acota el oficial, quien advierte que se deben considerar otros aspectos geopolíticos, como el interés de los productores de vehículos eléctricos y baterías de China, Estados Unidos y Europa por asegurarse el acceso a las reservas mediante contratos o asociaciones con los gobiernos.

"Chile y Bolivia han clasificado al litio como un mineral estratégico. Bolivia ha asumido la decisión de explotar por sí mismo con una empresa estatal; Chile ha permitido dos proyectos con empresas internacionales SQM y Albemarle. En cambio, Argentina ha abierto a las inversiones y tiene más de cinco proyectos en operación o desarrollo con inversionistas de diferentes países", comenta.

"En Bolivia los resultados de la intervención estatal son pobres"

El economista boliviano Fernando Patzy comenta que en su país, el gobierno de Evo Morales puso la mira sobre el litio entre 2006 y 2008, queriendo tener un control total de la exploración, la explotación y la producción, aprovechando el potencial de reservas que se concentran en particular en el famoso Salar de Uyuni, en el sur del país, con sus más de 10 mil millones de toneladas de sal que resguardan 21 millones de toneladas de litio.

Sin embargo, dice el economista, este potencial ha estado lejos de traerle progreso a las comunidades de la región, incluso con la participación estatal.

"Los resultados han sido pobres. Ya va más de una década desde que el Gobierno incursionó, ha invertido más de 900 millones de dólares en estudios, y lo que ha traído son más problemas", plantea Patzy.

La decisión de avanzar en la industrialización del litio, en un país sin experiencia en la fabricación de baterías ni automóviles, no ha sido efectiva. "No se sabe a ciencia cierta el grado de éxito que ha tenido, aunque se han configurado tres fases en la estrategia en las que se han pretendido hacer procesos de producción rentables de carbonato de litio y cloruro de potasio, que es utilizado mucho para fertilizantes, en plantas piloto de pequeña escala".

Aunque con el cloruro de potasio sí ha habido avances y el país lo está produciendo y exportando, en carbonato de litio no ha ocurrido lo mismo. Por eso, en 2018 el Gobierno estableció un acuerdo con una empresa alemana ACI Systems, con el objetivo de fabricar baterías con un producto "más refinado que el carbonato de litio". pero todo terminó en un conflicto entre ambas partes que terminó por diluir la sociedad, en medio de los problemas políticos que terminaron con la gestión de Evo Morales, y sin que hubiese avances importantes.

Hoy, señala Patzy, el actual gobierno del presidente Luis Arce, de la corriente política de Morales, intenta restablecer sus prioridades respecto al litio, pero sin que por el momento se conozcan muchos detalles sobre sus planes. Recientemente el mandatario aseguró en un acto público que, de cara al bicentenario de la independencia del país, en 2025, y citando a la agencia EFE, creará una estrategia que "comprende ejecutar proyectos paralizados, pero se agrega un componente estratégico que consiste en adicionar una tecnología de extracción directa del litio (EDL) que nos permitirá innovar y acelerar sobre todo nuestra inclusión en la industria del litio a nivel global".

Patzy concluye que respecto al litio se han creado expectativas difíciles de concretar en un escenario real, y pone de manifiesto los vaivenes de la cotización del elemento a nivel mundial y a que Bolivia, por más reservas que tenga, "no cuenta con los recursos tecnológicos ni el capital humano que necesita para amp-adertarse en la industria que demanda el litio".

El caso mexicano

En diálogo con Yahoo Finanzas, el presidente de la Cámara Mexicana del Litio –CML–, Mark Antonio Sánchez, relata que durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, quien dejó el cargo en 2018, se otorgaron concesiones a empresas extranjeras para la exploración de dichos yacimientos. Con el cambio de gestión y el arribo de Andrés López Obrador, el país ha querido aumentar su participación en los beneficios que podría generar la industria y "extenderlos a las comunidades aledañas, de modo que el país reciba un impacto económico mayor al del pago de impuestos". 

México, particularmente, presenta una condición favorable para un escenario futuro de explotación y producción de litio, dada la fortaleza que tiene allí la industria automotriz. Firmas como General Motors y Ford ya han anunciado planes para amp-adtalar allí plantas de fabricación de unidades eléctricas, al igual que Next.e.GO Mobile SE (e.GO), Volkswagen, BMW, entre otras. 

"Se había hablado de una nacionalización del litio, algunas empresas incluso mencionaron la expropiación, pero no es así: se busca que en los beneficios haya una coparticipación económica entre las empresas y el estado. El Gobierno ha dicho que está abierto a atraer la inversión extranjera y que respetará las concesiones vigentes", afirma Sánchez. 

Se prevé que próximamente se cree el Instituto Nacional del Litio, un ente gubernamental que fomentará la investigación y el desarrollo con fines técnicos y científicos, con el ánimo también de encontrar nuevos yacimientos que puedan ser concesionados en el futuro a empresas nacionales y extranjeras.

Rafael Poveda, consultor de la División de Recursos Naturales de la CEPAL y experto en el tema del litio, explica que antes de discutir sobre la nacionalización o no de este recurso, lo que los gobiernos deberían planear es cómo enlazar el potencial de reservas con que cuenta la región con los procesos productivos de las industrias beneficiadas y así no solo se atraiga la inversión, sino que se desarrollen industrias locales a su alrededor. 

"México tiene capacidades productivas desarrolladas y de fabricación, tiene un mercado grande, sería importante que el país se incorpore a esas cadenas de valor que están por debajo de las actividades de exploración y extracción para que genere movimientos que valoricen la materia prima", sostiene. 

La experiencia de Bolivia, en palabras de Fernando Patzy, de la NRGI, sirve como ejemplo a México de cómo, a pesar de la generosa dotación de recursos de litio en Uyuni y la decisión del gobierno de avanzar una estrategia cien por ciento estatal hasta la fabricación de baterías, es muy difícil amp-adertarse en la industria mundial de baterías (industria dominada por un reducido número, vinculada directamente a productores de vehículos eléctricos y con gran capacidad de innovación tecnológica).

Pero a diferencia de México, "Bolivia no tienen la tecnología, tampoco es fabricante de vehículos y está lejos de los productores y mercados del norte", con lo cual para Poveda esto da luces acerca del rol que podría cumplir el gobierno mexicano para orientar al mercado del litio hacia un escenario exitoso. 


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