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En el experimento participan dos perros: a uno, Todor, se le pide que dé la pata y recibe una recompensa. A Guinness -una hembra- se le demanda lo mismo pero no se le ofrece nada a cambio. El ejercicio se repite y, a la cuarta ronda, Guinness deja de colaborar.
Lo llamativo: en un ejercicio en solitario, Guinness realiza incontables rondas en las que da la pata sin recibir nada a cambio, por el simple placer de jugar. Pero junto a otro animal que recibe mejor trato por la misma tarea, se niega a seguir.
Guinness no colabora porque considera que su trato es injusto, que por la misma tarea debería recibir la misma recompensa. Es un caso de "aversión a la desigualdad".
Al menos eso es lo que piensan dos filósofas, la alemana Judith Benz-Schwarzburg y la española Susana Monsó, que se encargan de valorar experimentos como este en un proyecto único en su campo que empezó el pasado septiembre en el Instituto de Investigación Messerli de la Universidad de Veterinaria de Viena.
Durante tres años, las dos filósofas evaluarán experimentos realizados por otros científicos dentro del amp-adtituto, como el Clever Dog Lab, especializado en perros, así como en otros centros externos, para determinar posibles comportamientos morales.
Y también reflexionarán sobre si reconocer que algunos animales tienen comportamientos morales supondría para los humanos la obligación ética de tratarlos mejor.
El sentido de la Justicia es un concepto normalmente atribuido a los humanos, pero que también se puede apreciar en los animales. Otras capacidades 'proto morales' descubiertas en animales -explican- son la empatía o el altruismo.
CAPACIDADES COGNITIVAS COMPLEJAS
Algunos animales pueden actuar siguiendo motivaciones morales debido a que poseen capacidades cognitivas complejas -como primates cetáceos y elefantes- que les permiten sentir emociones como la empatía, la compasión o el dolor por la perdida de un ser querido.
Muchos de los estudios en este campo hasta ahora se han centrado en primates, pero las dos filósofas en el centro vienés consideran que otras muchas especies cuentan con capacidades cognitivas complejas y, por tanto, pueden tomar decisiones morales.
"Tendemos a centrarnos en los primates porque evolutivamente son los que tenemos más cerca, pero sería otra manera de ser arrogantes considerar solo a los que se parecen más a nosotros", sostiene Monsó, de 31 años.
En este estudio se pone cuidado en no caer en algunos errores como 'antropomorfizar' a los animales, es decir, proyectarles cualidades humanas que no poseen.
Las expertas analizan la evidencia científica atesorada tanto de experimentos como de observaciones de la naturaleza para dilucidar hasta qué punto y en qué sentido se puede hablar de capacidades morales en otras especies, resume Benz-Schwarzburg, de 39 años.
"Estamos a favor de una aproximación pluralista a la moral. La moral tiene muchas manifestaciones y está vinculada a un gran número de diferentes capacidades", expone Monsó.
"Creemos que algunas de estas capacidades existen también en los animales, así que algunas formas de ser morales son también posibles en ciertos animales, aunque no puedan serlo en formas tan variadas como lo podemos ser nosotros", matiza.
Uno de los problemas que afrontan las dos filósofas es que apenas hay estudios sobre algunas especies tan comunes como, por ejemplo, los cerdos, que al contrario que la imagen que se tiene de ellos son muy inteligentes -al menos tanto como los perros- y sociables.
El ser humano ha tenido una relación compleja con los animales a lo largo de la historia, recuerdan las dos filósofas. Los humanos nos solemos definir distinguiéndonos, cuando no oponiéndonos, a las otras especies.
Parte de esa complicada relación se debe a que usamos a los animales para satisfacer necesidades humanas, ya sea la comida, la vestimenta, experimentos, el transporte o en espectáculos de ocio.
"Solemos rebajar las capacidades de aquellos animales que nos queremos comer. Si la gente califica, por ejemplo, al cerdo como comestible, también lo sitúa muy abajo en sus capacidades cognitivas y emocionales. Y en el caso de los perros, se hace lo contrario", explica Judith Benz-Schwarzburg.
Además, "cuando decimos 'cerdos', pensamos en una granja industrial. Pensamos que es el mismo 'objeto' producido en serie. Y no lo son. Cada cerdo tiene una personalidad. Algunos son más cariñosos, otros son más valientes, otros tienen más carácter", afirma Monsó.
IMPLICACIONES ÉTICAS PARA LOS HUMANOS
Ahora bien, si algunos animales tuvieran moral, ¿tendríamos obligaciones éticas específicas hacia ellos? La respuesta de las filósofas es unánime: Sí.
La cuestión es qué obligaciones éticas conllevaría una conclusión así y qué nivel de protección se debería otorgar a los animales morales: si los humanos deben ocuparse solo de su bienestar y no tratarlos con crueldad, o si incluso deben darles más derechos.
"Aunque se ofrezca cierto bienestar a los primates, por ejemplo, seguimos viéndolos desde una jaula (en un zoo)", sin libertad, dice Benz-Schwarzburg.
Si apreciásemos a algunos animales como cognitivamente semejantes a los humanos, "¿debemos darles, aparte de un mejor trato y bienestar, un derecho a la vida, a la libertad o a no ser torturados?", se pregunta.
Si esto último fuera el caso, se entraría en el terreno de las teorías de los derechos animales, hacia un entendimiento de los individuos de ciertas especies como "personas no humanas", concluye.
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