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El esplendor del arte en el Virreinato de la Nueva España llega al Museo Metropolitano de Nueva York (MET) con una exposición que revela la destreza de los artistas en el México del siglo XVIII y su capacidad de combinar el estilo europeo con las influencias asiáticas y las tradiciones locales.
"Pintado en México, 1700-1790: Pinxit Mexici", que reúne 110 piezas, principalmente pinturas y en su mayoría expuestas por primera vez o restauradas recientemente, lograr mostrarle al visitante el florecimiento del arte en el entonces virreinato.
"Esta exposición es importante porque es la primera vez que se consolida un conjunto del siglo XVIII completo", dijo a Efe la directora de Fomento Cultural Banamex, Cándida Fernández.
La exposición, compuesta por obras de distintos tamaños, entre ellas varias de grandes dimensiones e impresionantes detalles, estuvo disponible al público en México, llegó luego a Los Ángeles y hace su tercera escala en Nueva York, donde permanecerá desde mañana y hasta el próximo 22 de julio.
"Es una pintura que transita más hacia la dulzura, la luminosidad y con una paleta más clara de colores", añadió la experta, y destacó que la obra de la segunda mitad del XVIII "es muy dulce, muy luminosa".
Fernández resaltó la belleza de los personajes: "las vírgenes se hacen casi niñas, los ángeles adolescentes y aún hasta Dios Padre tiene canas, pero con una carita realmente sin arrugas", dijo.
Pero también consideró que esta producción artística es el reflejo de la importancia geopolítica del México de entonces.
Estas pinturas "no salen por amp-adpiración solamente sino que se dan en una Nueva España solvente económicamente, poderosa socialmente, con una gran fuerza basada en su mestizaje y con una economía que era el eje de la economía entre Oriente y Occidente, con el comercio que venía del Oriente y con una fortaleza en su producción de plata impresionante", relató Fernández.
Fue en el siglo XVIII cuando en la Nueva España y ante la demanda de obras de tamaño natural destinadas a espacios religiosos como sacristías y coros e incluso espacios universitarios que se consolidó esta creación así como nuevas escuelas de arte.
Paula Mues Orts, integrante del equipo de curadores de la exposición, explicó a Efe que la intención de este proyecto, que supuso seis años de investigación, era "mostrar una cara diferente totalmente a lo que era esta idea de que la pintura era decadente o demasiado dulce e introducir una manera nueva de entenderla".
Así, aseguró, buscaron poner "en diálogo la pintura novohispana con la obra europea, con la obra sobre todo francesa e italiana, también española" y con detalles locales.
"Una de las cosas que encontramos es que muchas firmas aparecen por ahí y en lugar de decir nada más el nombre del autor, se decía: 'fulanito de tal, Vallejo (por ejemplo): 'Pinxit Mexici', pintado en México, señalando entonces que sabían que sus obras iban a salir de México y que iban a verse en otros lados", aseguró Mues.
La expresión, además, hace alusión en específico a la producción en Ciudad de México, aunque en ese entonces también se daba en Puebla y posteriormente con Guadalajara y El Bajillo, detalló esta doctora en historia del arte.
"Los pintores de la Ciudad de México empiezan este movimiento de decir nosotros somos grandes pintores, nos comparamos a otros artistas, estamos a la par de los artistas de otros lugares del mundo y como sabemos que nuestras obras van a salir queremos que quede clarísimo que se pintaron en la Ciudad de México", sostuvo.
Incluso, destacó, con esa amp-adcripción en latín querían dejar en claro que eran personas cultas al usar el que entonces era el idioma universal y que "sabían lo que estaban haciendo".
La muestra, que cuenta con obras procedente de México, EE.UU. y de varias colecciones de España, Portugal y Malta, abarca siete secciones: "Grandes maestros"; "Narradores y el arte de la expresión"; "Ocupaciones nobles y la Academia"; "Pinturas de la tierra"; "El poder del retrato"; "El mundo alegórico" e "Imaginar lo sagrado".
"Una de las cosas que se piensa es que solamente trabajaron cuestiones religiosas y ya y en realidad la religión, la política, la vida cotidiana estaban muy ligadas y nosotros quisimos destacar también estas diferentes maneras de entender la pintura", comentó Mues.
Al final, tanto Fernández como Mues coincidieron en su aspiración de que esta muestra provoque en el público, pero especial el hispano, el "orgullo de un pasado común".
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